Doce y pico... en la esquina grita un loco. El vino de la cosecha Carlos Andres está un tanto dulce... el loco sigue gritando. Me asomo a la ventana, lo miro... "que bueno ser ese loco para gritar vainas", pienso. Estoy brindando por dos amigos: Uno: Liber (que extraño nombre) que creyó en el proyecto y me compró 8 libros por adelantado... "gracias liber", pienso, y el loco vuelve a gritar... pienso en Sara; siempre es bueno conocer a alguien que se llame Sara, aunque a esta ya la conocía... "salud por Sara", pienso mientras tomo un sorbo de la cosecha Carlos Andres... el loco vuelve a gritar.
El otro amigo por el que brindo se llama Yesid.... un loco, un loco que me enseñó a gritar cuando eramos niños. Yesid era "monito" y de apellido Gallo, soñábamos ser astronautas y conquistar la luna, y también el amor de Claudia. "Que bueno cuando era niño", pienso... ahora grita el loco, pero el loco que tengo adentro hace 5 ó 55 años, el loco que no me deja dormir y me dicta histiorias. El loco que se enamoró de otro loco que se llama Woody Allen (Andrea hoy está leyendo a Woody Allen; que bueno que lo leyera más y fuera menos a misa)... el loco grita, pero Yesid ya se fue, hace 5 ó 55 años.
No lea esto, pues lo dictó un loco a gritos desde la esquina... o desde adentro... o desde la infancia.... o era que el vino de la cosecha Carlos Andres estaba muy dulce.